“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

martes, 30 de septiembre de 2008

DICEN... SOBRE LA FERIA DEL PILAR 2008

Después de publicada la conversación que mantuvieron don Pepe y don José sobre la Taurina Feria del Pilar 2008, ha sido colgado un vídeo, en la Web de "La Cabaña Brava", que recoge las opiniones de diversos aficionados zaragozanos sobre el ciclo pilarista. Por su interés, y porque complementa la conversación que mantuvieron ayer mismo los titulares de este Blog, lo enlazo a continuación.
El vídeo ha sido producido por "LcbTV".

lunes, 29 de septiembre de 2008

LA FERIA DEL PILAR

- Hola don Pepe.
- Hola don José.
- ¡Ya pensaba que no llegaba usted! Llevo esperándole un buen rato, habíamos quedado a las…
- Los autobuses, ya sabe usted como funcionan. Llevo desde…
- Excusas… De los que vienen de su barrio han pasado unos cuantos.
- Es que…
- Déjelo, déjelo usted… Vamos a darnos un poco de prisa porque la fila debe de ser de órdago y no quiero estar aquí toda la mañana.
- ¡Y que prisa tiene usted!… Vamos a tomar un cafelito…
- Yo ya he desayunado, además prefiero acabar pronto y tomar un vermut antes de ir a comer.
- ¡Ah!... Entonces, de acuerdo, yo también pensaba en tomar un vermú... Quizás tenga usted razón y sea mejor ir a la fila rápidamente y acabar pronto este trámite, porque ya llevamos la mañana buena.
- Vamos pues, don Pepe, aunque este año, en mi opinión, los carteles de la feria dejan mucho que desear: mucho toro y poco torero.
- ¿Y por qué no cambia la letra de la canción, don José? Esa ya me la cantó usted el año pasado en parecidas circunstancias a las de hoy.
- No lo recuerdo… y me extraña porque la memoria, de momento, no me falla.
-Usted me dijo lo mismo que me iba decir ahora, si quiero se lo resumo y se ahorra de gastar saliva, porque me va a decir que es una feria barata, que faltan las figuras, que no hay ningún cartel rematado, que hay nombres de los anunciados que no tienen la categoría para estar en una feria de primera, que se echan en falta ganaderías comerciales, y de garantía, que colaboren y posibiliten el éxito y, por el contrario, me dirá usted que hay exceso de corridas duras y complicadas con las que no es posible realizar el toreo artístico, que…
- Pare… pare usted, don Pepe… y gracias por la exposición, pero es la pura verdad, es una feria vulgar, barata e indigna de la categoría de nuestra plaza de “La Misericordia”, y de lo que se merece la afición zaragozana. Y la culpa de esta lánguida programación la tiene el sr. empresario que no ha podido, o no ha sabido, jugar las bazas correctas para asegurarse, con antelación, unos carteles rematados para una de las ferias más importantes de España. Una plaza de primera se merece un empresario de primera y el que tenemos ahora tengo serias dudas de que lo sea. Quizás ese sea el problema.
- Puede que tenga usted razón, pero hay aficionados a los que no les disgusta la feria, y también hay que tener en cuenta su opinión. Yo no se si los carteles de la feria, en cuanto a toreros, están rematados o no, ni me importa. Sí le puedo decir que, junto a ganaderías comerciales y de garantía, como las llama usted, y que a mí me sobran todas, se anuncian otras que interesan al aficionado. Este simple detalle, comparándolo con la ruina que sale por los chiqueros en la mayoría de las plazas de primera, ya merece la pena. Después, día a día y toro a toro, ya veremos lo que sale al ruedo, cómo se comporta, qué y cómo se le hace y el juicio que nos merece.
- Pero que no venga Miguel Ángel Perera, indiscutible triunfador de la temporada; ni José Tomás, aunque lo de la televisión…; ni Manzanares, el torero más profundo del momento, aunque está aquejado de una rara enfermedad…; ni el elegante Cayetano, que está cogido…; ni… pues eso, que rebaja la categoría de la feria. Y si en vez de tantas corridas duras se hubieran programado otras más amables quizás alguno de los figuras que vienen a una tarde, como “El Cid”, Ponce o “El Juli”, podrían haber repetido y se hubieran maquillado un poco los carteles. Pues nada, alimañas y gladiadores, así se entiende que repita un torero vulgar como “El Fundi”…
- ¡Pare… pare las cabras, don José, que se están metiendo en un sembrao! Un respeto… Para empezar un respeto, porque este hombre, este torero, se ha ganado el puesto en la plaza, año tras año, matando toros, ¡toros! digo, no chotos amaestrados y afeitados hasta las trancas. Además esta temporada está sembrao y está triunfando en todas las plazas en las que torea, y por si esto fuera poco, este matador de toros es uno de los mejores y más puros estoqueadores del momento. Si alguien se merece una repetición en esta feria es precisamente “El Fundi”. De los demás que usted me nombra, esas figuras con las que se le llena la boca, me da lo mismo que no vengan si para que eso ocurra tiene que venir ese toro comercial y de garantías que tanto añora usted y que tanto aburrimiento trae consigo.
- Ya veremos… ya veremos como sale la cosa, don Pepe, yo no confío mucho. Menos mal que, por lo menos, el día de nuestra querida patrona esta Morante con seis toritos para el solo y quizás, en día tan señalado, surja la magia.
- Nunca mejor dicho, don José… Con seis toritos: to-ri-tos.
- Venga, don Pepe, que ya me entiende usted.
- Ya lo creo que lo entiendo. ¡Ah!... Y ojalá que surja la magia, aunque sean unas breves pinceladas, pero habremos de juzgar la categoría del trazo en relación a las cualidades y el trapío de su oponente. Aunque hubiera preferido ver a Morante en una corrida normal de tres matadores, y si quiere hacer una gesta que se anuncie con una ganadería de renombre y no con seis toritos rebuscados entre lo poco que queda en el campo bravo a estas alturas de la temporada para cumplir un mero trámite. Algo no me huele bien en…
- Deje de elucubrar y avance que ya estamos cerca de la taquilla, el próximo va usted, don Pepe. Aún tendremos tiempo de tomarnos un piscolabis.
- Pues no ha sido tanta larga la espera… Además yo conozco una taberna cerca de aquí que tiene unas…
- Calle y pida, que le toca ya.
- A la orden.
- Pues yo había pensado en una vinacoteca que está muy cerquita de aquí…
- Como vamos bien de tiempo, vamos a los dos y así no discutimos… ¿No le parece?... Y a propósito, don José, quería comentarle lo de ese profesor amigo suyo, Leandro Gado, creo que firma sus escritos. ¿Ese hombre esta fuera de sus casillas, o qué? Porque dice una cosas de lo más extravagantes y ridículas.
- Pues en esta ocasión parte de un análisis bastante certero de lo que ocurre con la suerte de varas en la actualidad. En algún punto incluso estoy de acuerdo con sus planteamientos, pero las conclusiones a las que llega son un poco exageradas.
- ¿Se acuerda de aquel artículo que publicó en nuestro Blog? Hablaba de un toro teledirigido o algo parecido. Aquello si que era una flipada.
- Pero a veces estos científicos visionistas tienen momentos de clarividencia…
- Es un chalao…
- Que no, don Pepe… Es una buena persona.
- No pongo en duda su condición como persona, don José, incluso me gusta que escriba sus chaladuras en nuestra página… pero me parece que está un poco tocado del ala.
- ¿Qué toma usted?
- Un Bitter Cinzano con alcohol.
- Que sean dos.
- Y unas anchoas.

viernes, 26 de septiembre de 2008

SUEÑO CON SERPIENTES

Cuando esta mañana estaba leyendo en “El Chofre” la entrada de Tony en la que comunica su “colorín colorado”, una canción, junto con una infinita tristeza, se ha ido enroscando en mi mente hasta convertirse en una necesidad. Con urgencia la he localizado y, mientras la escuchaba, he vuelto a releer tranquilamente el artículo en cuestión. Una y otra vez he escuchado la canción: mientras rumiaba sus palabras, mientras trataba de comprender su decisión, mientras imaginaba una respuesta, mientras intentaba inventar unas palabras, una frase de ánimo… La canción seguía estando presente en mi pensamiento como el mejor recuerdo, el mejor homenaje que se le puede dedicar a un hombre, como Juan Antonio Hernández, que lucha por una idea justa.

La canción es “Sueño con serpientes”, de Silvio Rodríguez.

Los momentos compartidos, que han sido pocos; las ilusiones concebidas, que han sido muchas; el trabajo invertido, que para bien o para mal ahí está; el amor a esta Fiesta que se nos muere irremediablemente, que “como el agua entre las manos se nos va”… Esos momentos, esas ilusiones, ese trabajo… me ofrecieron la posibilidad de conocerlo como aficionado y, lo que es mucho más importante, de apreciarlo como persona, y eso, por más que llueva, siempre quedará para mí.

Que más puedo decir. Podría componer un alegato, analizar las causas, ofrecer un poco de ánimo… Que más da, hoy es un día triste en este espacio y ya no tiene remedio. Sí quiero lamentar la perdida de un guerrero por una causa justa como es la defensa de una "Fiesta íntegra, auténtica y justa", uno de los de primera fila, como dice el poema de Bertolt Brecht que da comienzo a la canción que enlazo, uno de los imprescindibles. Aunque sea una pérdida importante sería de egoístas pedir que siguiera, porque antes que nada está la persona y, si Tony ha tomado esta decisión, sus razones tendrá.

Por eso me he refugiado en esta canción, no se como ni por qué, pero desde que me he enterado de la noticia esta mañana se ha convertido en mi banda sonora del día, quizás sea porque algunas canciones llegan mucho más hondo que las palabras, porque son más certeras al tocar fibras que sólo la música estimula, porque la voz -y la de Silvio Rodríguez en especial- es un vehículo privilegiado para trasportar emociones y sensaciones, porque canciones como esta son un bálsamo que ayuda a pasar el mal trago y, aunque sea egoísta, porque es otra forma de pedir que, porque es uno de los imprescindibles en esta lucha, “El Chofre” siga vivo.

Nota: Definitivamente hoy es un día triste. Cuando he entrado en el Blog para publicar este pequeño homenaje he leído que Betialai, en solidaridad con Tony, también abandona el barco. Ojalá sea un mal "sueño con serpientes" pasajero y despertéis, los dos, fortalecidos.
Va por los dos.

domingo, 21 de septiembre de 2008

FUERA LOS PICADORES

A lo largo de toda la temporada está quedando claramente demostrado que, en la Fiesta de los Toros del siglo XXI, sobran los picadores. Ahora mismo son un estorbo, un problema que no saben como quitarse de encima los taurinos. Además de ser una fuente inagotable de argumentos para los anti-taurinos, su pervivencia alarga innecesariamente el espectáculo y encarece en demasía sus costes, hagan cuentas: mantenimiento y transporte de caballos, medicinas, petos, puyas, los propios picadores, mozos de ayuda… en total, si se elimina su participación, que cada día es más innecesaria, habrá menos personal movilizado y, por lo tanto, menos gastos de trasporte, dietas y alojamientos… Los picadores en la actualidad son un gasto innecesario para los matadores y como tal, tarde o temprano, serán eliminados de las cuadrillas, solo hace falta que alguno de los mandones del escalafón se decida y de el primer paso.

La cosa está muy clarita, y a los datos me remito. Y no quiero ser pesado enumerando una lista interminable, tan sólo recordar, por ejemplo, lo ocurrido recientemente en la plaza de “La Glorieta” de Salamanca. Todos, los tres espadas y el mayoral, a hombros… rotundo éxito… y el personal que asistió al festejo, tan contento. En algunas crónicas del día, las más críticas, se resaltaba que la suerte de varas había sido inexistente, en otras, ni lo mencionaban, como casi siempre ocurre… por eso, desengáñense los aficionados nostálgicos, la suerte de varas es algo trasnochado que en estos momentos no cumple la función para la que fue creada, es algo de otros tiempos y de otros toros.

Porque aquí esta el quid de la cuestión. No trata esta perorata de justificar la supresión de esta suerte por simple capricho o por razones de estética o refinamiento, sino porque el toro que sale al ruedo en estos momentos ya no necesita del tercio de varas para ahormar su embestida, ya sale ahormado, acondicionado a las necesidades del toreo moderno desde los chiqueros, es más, ya vienen así de fábrica. Y no vean en estas palabras crítica alguna a las condiciones y características del toro actual sino todo lo contrario (ya escribí en este mismo Blog, gracias a la generosidad de don Pepe y don José, un artículo muchos más atrevido sobre esta temática bajo el título de "El toro clonado").

En mi condición de científico jubilado puedo afirmar que los avances de la ingeniería genética han sido enormes en las últimas décadas y están posibilitando la selección del ganado, científicamente, desde el momento mismo de la inseminación de las vacas. Es un paso de gigante que nos llevará, como todos los avances de la ciencia, a un nuevo estadio, a una nueva época de la tauromaquia, seguramente a una nueva edad de oro, aunque los viejos aficionados se lleven las manos a la cabeza y se resistan a aceptar los avances de la ciencia, pero la ciencia, en su avance, es implacable y, tarde o temprano, se impondrán sus razones y sus frutos.

Los nuevos aficionados van a las plazas de toros con otros objetivos, con otras miras, con una sensibilidad mucho más acusada y selecta que el aficionado tradicional. Desarraigados del medio rural en el que vivían sus antepasados, alejados, por tanto, del contacto diario con los animales que tenían sus ancestros, están mucho más preparados para saborear el arte de una faena que las cualidades del animal para la lidia. No comprenden la inutilidad de someter al toro a un castigo innecesario pues ya sale acondicionado de los chiqueros. Antes, cuando los toros tenían poder, podría estar justificada esta suerte, pero en la actualidad no tiene sentido, es más, por su imposición reglamentaria, para lo único que sirve es para inutilizar a los toros para el resto de los tercios, con lo cual, la mayoría de las veces, es contraproducente para el espectáculo, va en contra del nuevo sentido que esta cobrando la Fiesta. La nueva época que se abre para la tauromaquia, con el nuevo toro que nos trae la ciencia, puede elevar el arte del toreo a sus más altas cimas, pero en ese camino, inevitablemente, se ira quedando lo accesorio, y unos de los primeros perjudicados serán, ya lo verán ustedes, los hombres del castoreño.

Desengáñense los aficionados antiguos, la Fiesta está cambiando al ritmo que impone el toro, los que ahora se crían llegan a la plaza con la dosis de fuerza y nobleza justas para la interpretación del toreo moderno. Los picadores quizás sean necesarios para limar las asperezas que la ciencia todavía no ha resuelto, pero la mayoría de las veces su concurso no es pertinente, quizás, como un primer paso hacía su total desaparición, y mientras la ciencia ajusta sus pequeños desajustes, pudieran estar presentes en la función pero sin la obligatoriedad de intervenir, que tan sólo lo hicieran a requerimiento de su matador. Podría ser un primer paso que nos habituara a la nueva situación y nos acercara hacia el objetivo que se vislumbra a medio plazo en el horizonte de la nueva tauromaquia.

No hay que tener miedo al futuro, la evolución de la tauromaquia, desde que hace más de doscientos años se empezó a seleccionar ganado para las corridas de a pie, ha girado en torno a la forma de hacer la selección del toro y los medios utilizados para ello. Todo avance fue contestado, en su momento, por los viejos aficionados que se oponían a las nuevas formas. Si Joselito y Belmonte fueron declarados herejes por los viejos aficionados de hace un siglo, ahora son considerados modelo para los que se oponen a la lógica evolución del toreo del siglo XXI, pero el tiempo seguirá implacable su camino y, dentro de un siglo, los que ahora son declarados herejes serán modelo. Así de caprichosa es la rueda del tiempo, por lo tanto, y centrándonos en lo concreto de este artículo: ¿Por qué no ser sinceros con nosotros mismos y reconocer la inutilidad de mantener en el ruedo, con el alargamiento de tiempo que supone para el espectáculo, además del aumento de los gastos que conlleva, a los picadores? ¿Por qué mantener en activo un elemento que la mayoría de las veces sólo sirve para inutilizar y estropear el toro para el momento artístico de la faena muleta? ¿No es lógico que si ya no se necesita su concurso desaparezcan de las cuadrillas?

Nota: Agradecer de nuevo a don Pepe y don José la cesión de una parte de su espacio taurino en la red para poder expresar libremente mis pensamientos. Sé que no estarán muy de acuerdo con mis teorías, sobre todo don Pepe, mucho más anclado en el pasado que don José, ni tampoco muchos de los lectores habituales de este Blog, pero también sé que son partidarios de la libre expresión y que no se molestarán con mis palabras, están escritas con la sana intención de hacerles recapacitar, de ayudarles a que abran los ojos y se sitúen ante la fría realidad de los hechos.

Leandro Gado Más
Científico jubilado y Futurólogo taurino.

sábado, 13 de septiembre de 2008

SIN PÚBLICO NO HAY FIESTA

En los últimos días, y a plazos, por mor de las obligaciones, he estado viendo las grabaciones de un par de corridas de toros ofrecidas por la Televisión Aragonesa, en Calatayud y Barbastro respectivamente, dos de las poblaciones más importantes de Aragón. Además de la profunda tristeza que me ha producido ver la pantomima en la que se ha convertido la Fiesta de los Toros en los pueblos y ciudades en fiestas, he podido entender más claramente porque esta Fiesta esta tocada de muerte, abocada a su desaparición, pero no por la acción de agentes externos contrarios a ella, sino, y eso es lo más grave, por los que viven de ella: toreros, picadores, subalternos, mozos de espadas, apoderados, empresarios, ganaderos, periodistas, comentaristas y vividores en general… toda esa prole que se beneficia de este espectáculo, que viven de él y que podemos englobar bajo un mismos nombre: taurinos.


Una tristeza infinita me produjo ver la plaza de toros de Calatayud semivacía en el día grande de sus fiestas. En primer lugar por la escasez de público que acudió, por ver la desnudez de unos tendidos que en otros tiempos no muy lejanos se llenaban no sólo de bilbilitanos, sino de los visitantes de los pueblos de alrededor que acudían a la Feria y, sobre todo, a los Toros. Esa afición se ha perdido, y ese es el verdadero problema de la Fiesta. En segundo lugar por las referencias que tengo de esta plaza que, por la cercanía con mi lugar de nacimiento, ha sido la de mis antepasados: mi abuelo Bernardino, “bombista” hasta la médula, que era de los que vendían el colchón si hacía falta… y tenía seis hijos… pero no se perdía ni una; o mi padre, Justo, que estuvo unas cuantas veces, aunque la plaza en la que más toros vio fue la de Zaragoza; o de los amigos y aficionados del pueblo, muchos de los cuales vieron su primera corrida en esta plaza y que todavía siguen discutiendo sobre alguna faena presenciada en ella; o incluso yo mismo que, por San Roque, he asistido a varios festejos.


Pero al margen de esta pequeña inclusión en lo personal, lógica por la cercanía y la nostalgia, querría centrar el objeto de esta entrada en los síntomas de pudrición que se pueden apreciar en la Fiesta, sobre todo en las corridas de toros que se celebran en plazas de segunda y tercera categoría y que tienen varias características coincidentes: Son festejos subvencionados por los ayuntamientos, son televisados por las cadenas autonómicas y el precio de las entradas es excesivamente caro. Como contrapartida se ofrece un espectáculo que también tiene varias características comunes: Una terna barata con un “mediático” o “figurilla” en el medio; toros de saldo, podridos y afeitados hasta la medula; y todo tipo de irregularidades y ventajismos, consentidos por la autoridad, en la lidia del ganado por parte de los subalternos. En definitiva: un menú de mierda a precio de jamón de jabugo.


Pero la gente no es tonta, porque una estafa tan descarada no es decente y, además, se nota demasiado. Por eso se ve cada vez más cemento en los tendidos y ese, la falta de público, es el mayor problema con el que se enfrenta esta vieja Fiesta de los Toros de cara al futuro. No se puede concebir el quehacer de los toreros con la plaza vacía, solos ante las cámaras de la televisión, por más dinero que paguen las cadenas y más audiencia que tengan, hace falta el calor del público, el aplauso, el reconocimiento, la bronca. Pues ahora, en estos momentos, estamos a mitad de camino de que eso ocurra, fíjense si no en todas las retrasmisiones de corridas de toros de esas características, todas las plazas, como mucho, siendo generosos, están a medias.


Hay dos factores que puede hacer retraerse de pasar por taquilla a los espectadores potenciales de las corridas de toros. Por un lado, el excesivo precio de las entradas. Por otro, el bochornoso espectáculo que se ofrece y el descaro con el que actúan los profesionales: con toros a los que les sangran los pitones o se adornan con brochas sus cuernos en el primer roce con las tablas; con toreros incapaces, como Javier Conde, admitiendo ante las cámaras de televisión que él no sabía que hacer con esos toros, que lo suyo es el arte; o con profesionales de la información pidiendo el rabo para el campeón del slalom gigante de la temporada desde el callejón; como ocurrió en la corrida de Barbastro, en donde tuvieron que sufrir un saldo de toros de una ganadería de moda, “El Ventorrillo”, que nunca tenían que haber llegado a la edad de cuatreños. Un fiasco. No muy diferente fue el resultado de la corrida de Calatayud, esta vez, además del afeitado de rigor, se trató de una mansada infame e inválida de una ganadería venida a menos, Atanasio Fernández, que en su día estuvo de moda y, quizá por eso, ahora debería ser carne de matadero. Una vergüenza de corrida que, además, llegó por sorpresa pues la anunciada, hasta el mismo día del festejo, era la de “Cebada Gago”. Otro fiasco. ¡Y a 60 euros la sombra y 45 el sol como poco! Y todo, para más inri, televisado por el canal autonómico, pero este tema merece capítulo aparte… y en su momento lo tendrá.


La solución de estos dos problemas no es difícil, el primero, el excesivo precio de las localidades es de lógica. Si a la subvención del ayuntamiento se suman los ingresos de la televisión, se aseguran los gastos, de esa forma se puede ajustar el precio de las entradas para que sean asequibles a todos los bolsillos. Es posible que de esa forma los tendidos vuelvan a poblarse de público, y de esa forma la Fiesta recobre un poco de aliento, porque no debemos olvidar que el público es el porqué del torero en la plaza. Sin público en la plaza no hay Fiesta posible. Para el empresario debería ser preferible llenar la plaza a precios más baratos, aunque gane menos, cosa que estaría por ver, a contemplar los tendidos despoblados, aunque gane más. Si trabaja con visión de futuro, si no pretende salir corriendo con el dinero, que por sus actos es la impresión que dan, no debería de pensar de forma muy diferente a la expuesta.


La solución del segundo problema, la dignificación de la Fiesta a todos los niveles y en todas las plazas, sean de la categoría que sean, es un asunto más peliagudo y que debe de contar con la colaboración de los profesionales, cosa que, me temo, no están dispuesto a hacer, y con la decisión de hacer cumplir las reglas por parte de las autoridades competentes, que además es su obligación, cosa por la que tampoco demuestran mucho interés. Como mínimo debemos exigir, porque la ley del consumidor así lo demanda, que el espectáculo sea íntegro y acorde con la categoría de la plaza. Pero de los Ayuntamientos y de las Televisiones, que se sufragan con dinero público, y que subvencionan de una forma u otra estos festejos, si que se debe esperar que, cada uno en su terreno, velen por los intereses de sus conciudadanos, a los que les deben el servicio y que, por mor de sus cargos y profesionalidad, no se presten a los montajes y chanchullos de los taurinos, ni los unos, por respeto al cargo, ni los otros, por integridad profesional.


Sin público la Fiesta se muere. Es necesario cortar esa hemorragia cuanto antes, es preciso que el público y los aficionados vuelvan a los tendidos y para que eso ocurra hay que emplearse primero, y de forma radical, en dos cuestiones concretas: en rebajar el abusivo precio de las entradas y en la garantía de acudir a un espectáculo íntegro, auténtico y justo.


Nota: Sobre el bochornoso espectáculo vivido, durante la lidia del sexto toro, el pasado 7 de septiembre en la plaza de Calatayud, con dos toros en el ruedo y tres cabestros sin ninguna intención de hacer nada, un sin sentido que se alargó durante demasiado tiempo, y sin entrar en las descabelladas intenciones de los taurinos, ni opinar sobre el por qué de lo ocurrido, que por si mismo se descalifica, quisiera conducirles a un episodio semejante ocurrido en la plaza de Tolosa el 25 de junio de 1866 y que se resolvió de una forma muy distinta. Es una entrada que publiqué en este mismo Blog el pasado 19 de junio de 2007 con el título de "Toros en Tolosa". En ella se recoge la crónica de este episodio escrita por un jovencísimo Peña y Goñi, que fue testigo directo del evento; el torero que hizo frente al problema que fue, nada más y nada menos, Frascuelo; los toros, mucho más astifinos y con poder, eran de la ganadería de don Raimundo Díaz y la única diferencia con el caso de Calatayud es que en Tolosa el suceso ocurrió en el 5º toro. Un dibujo, que J. Chaves hizo para la revista "La Lidia", ilustra la hazaña de Frascuelo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

LA DESVERGÜENZA DEL AFEITADO

Por su interés y claridad, reproduzco íntegramente un artículo publicado en la revista del “Club Cocherito de Bilbao” en el pasado mes de agosto, la firma el periodista Juan Miguel Núñez, corresponsal para asuntos taurinos de la “Agencia EFE”. El título del artículo en cuestión es es mismo con el que titulo esta entrada:

La desvergüenza del “afeitado”

“Si el ganadero corta los pitones a los toros, no es ganadero de toros de lidia, es un proveedor sin afición y sin escrúpulos. El que torea toros con los cuernos cortados no es un torero” (Gregorio Corrochano)

Es un tema tan viejo como “la Fiesta” misma. La mayor lacra del espectáculo taurino. Despreciable en todas las épocas. Una práctica denunciada a lo largo del tiempo con más o menos insistencia y contundencia, que lamentablemente no pierde vigencia. Es el fraude y la desvergüenza de lo que comúnmente se conoce por “afeitado”, o manipulación fraudulenta de las astas de los toros que se lidian en las plazas.

La gente acude a las corridas de toros atraída por su esencia de emoción, expresada ésta en el arte y el riesgo que conlleva la lidia de un bravo animal. Arte que surge de la destreza e inspiración del torero, y riesgo que es lo que conlleva la posibilidad real de que el hombre pueda ser herido por la fiera.

Espectáculo desnaturalizado

Pero resulta que no. Que se ha desnaturalizado el espectáculo hasta límites insospechados. Ahora más que nunca. Es riesgo es menor, infinitamente menor, y no sólo para las figuras según la creencia que se tiene. Porque “se afeita” prácticamente para todos.

El desmoche es generalizado, como lo prueba el ejemplo de una corrida en cuyo cartel se anunciaron los tres toreros locales y modestos en la mismísima Valencia, plaza de primera categoría, Feria de San Jaime que ahora llaman “de julio”, Toro que tocó los maderos, abierto el pitón como una brocha, incluido un ligero hilo de sangre. Algo muy lamentable.

No se diga en Burgos, donde sangraban a borbotones con uno de los toreros mediáticos pavoneándose no se de qué.

En Algeciras se lidió como corrida lo que se dice “un festival” con el hierro de una de las más cotizadas ganaderías de la modernidad. Un despropósito, o fraude (ya esta bien de eufemismos), que nace en la estrategia puramente comercial de “no limpiar” las camadas en los tres primeros años, dejando así todos los machos para cuatreños, que es como más dinero dan (ojo, dinero para el ganadero que vende el toro más caro que el novillo, y dinero para el empresario que compra el toro de una divisa de renombre a precio de saldo).

En Alicante y sobre todo en Castellón, el medio toro en todo, y notablemente quebrantado por las más que hipotética previa visita al “mueco”.

La debacle ganadera con triplete de un cotizado hierro entre las figuras marcó también en lo negativo la feria de Sevilla.

Y penúltima -de momento-, en Pamplona. Nada menos que en la pomposamente llamada “Feria del Toro”. En corrida de tres figuras en el cartel, toros bajo sospecha de afeitado. ¿Se puede más?

Interior no da listas

Hoy ejemplos sangrantes, y no son pura coincidencia las palabras, mientras la administración no sabe por donde se anda, la central y las autonómicas. Con el desbarajuste de reglamentos y competencias trasferidas o pendientes de llevar a efecto, la falta de medios o concreción de los mismos. El Laboratorio de Análisis de Astas del Ministerio del Interior, en Madrid, no conoce en la mayoría de los casos si sus informes son vinculantes para aplicar las pertinentes sanciones o simplemente tienen carácter meramente “estadístico”. De risa, vamos. O de pena.

¿Donde están las listas del Ministerio de posibles afeitadores?

Hace unos días (mediados de julio) se ha confirmado sentencias por el afeitado de dos toros en la feria de Huesca del año 2006. Parece ridículo el número, sólo dos toros, pero lo importante en este caso, como aseguró la delegación del Gobierno aragonés en Huesca al hacer pública la sentencia, es que esta decisión judicial “va a sentar precedente”, ya que la práctica totalidad de los expedientes sancionadores son rechazados por los tribunales por “defectos de forma”.

Una noticia que apenas ha tenido repercusión en la prensa. Como aquella del Corpus en Granada, allá por mayo, cuando los veterinarios echaron para atrás una corrida completa, y el ganadero se negó a sustituirla, y las figuras de turno decidieron no actuar como medida de presión.

Casi siempre los mismos. Menos Madrid, y quizás tampoco se podría hablar en términos absolutos, afeitan casi todos (ganaderos) para todos (toreros).


Las excepciones, ganaderías incorruptas

Aunque no vale hacer tabla rasa, pues afortunadamente hay también excepciones. Las ganaderías que todavía se mantienen incorruptas. Están en la mente de todos, santo y seña de la afición. Son esas divisas a las que llaman toristas, y a las que los profesionales del timo taurino tratan de descalificar adjetivándolas con los términos más crueles.

Ganaderías que en la mayoría de las figuras infundadas provocan “el síndrome de las puntas”, el miedo a la casta y a la movilidad, el pánico al toro bravo. Ganaderías que precipitan a los figurones, que no figuras, al abismo de la impotencia taurina.

La prensa también

Y por último, algo muy preocupante que incide directamente en este progresivo deterioro de lo taurino: los medios de comunicación, que han (hemos) bajado la guardia de la denuncia, facilitándoles el camino a los trasgresores. Si vivieran unos cuantos que en su día lucharon por la causa...

Repito: la culpa es de todos. Del ganadero que, en competencia desleal, quiere vender mejor que el vecino aunque éste tenga mejores toros. Del torero, que al disminuir el riesgo de su actividad está pisoteando la hombría y profesionalidad de los compañeros que torean en puntas. Del empresario que con su silencio cómplice estafa a su clientela, el público. De la Administración, que no se moja, impasible ante tanto desmán, sin llegar a buscar los culpables aplicándoles sanciones ejemplares, pues al fin y al cabo de sus organismos competentes depende la defensa de la integridad del espectáculo y de los derechos del público. Y como no, de la prensa, que no termina de comprometerse con la denuncia.

No se avanza en atajar la cuestión. Como decía al principio, “el afeitado” esta siempre de actualidad, y ahora, -aunque no se hable tanto de ello- más que nunca.

Coda: Es un artículo que podría firmar cualquier aficionado comprometido con la integridad de “la Fiesta”, pero adquiere mayor valor al ser su autor un profesional de la información taurina en ejercicio -nada menos que en la más importante agencia de noticias de nuestro país- que dispone de muchos más datos, dedicación exclusiva y un medio para expresarse diariamente. Reconociendo su valor para hablar con tanta claridad y contundencia de un tema tan espinoso como "el afeitado", y valorando positivamente la autocrítica que hace de si mismo y de sus compañeros de profesión, seguro que los aficionados agradeceríamos que, él mismo, que lo tiene tan claro, y sus compañeros de profesión, que disponen de importantes medios de comunicación en los que expresarse, en vez de bajar "la guardia de la denuncia, facilitándoles el camino a los trasgresores", los utilizaran para combatir, para denunciar, para atajar este fraude, como hicieron sus compañeros de profesión ya desaparecidos “que en su día lucharon por la causa...”. Ellos, con su poder mediático, deberían de ser la punta de lanza de esta lucha, si así fuera, los aficionados, sin dudarlo un momento, estaríamos a su lado y quizás fuera posible “avanzar en atajar la cuestión”.

lunes, 1 de septiembre de 2008

ERAN OTROS TIEMPOS

Desde hace años, durante el mes de agosto, estoy condenada al olvido, no aparece nadie por mis dependencias: ni los que me cuidan, ni los que se ocupan de organizar los festejos de la temporada, ni los aficionados, ni siquiera los curiosos, ni los turistas, y eso que este año decían que se esperaba a muchos por esa cosa de la Exposición Internacional. Todo el mundo parte hacia diferentes destinos: unos marchan hacia la playa, ha conquistar pequeños espacios de arena y sol; otros encaminan sus pasos hacia las montañas, deseosos de encontrarse con horizontes abiertos y puros; muchos se embarcan en largos viajes hacia paraísos remotos prometidos por fotografías y folletos publicitarios de agencias de viajes; no son pocos los que vuelven a sus pueblos natales, de los que partieron a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida en aquellas décadas de éxodo de mediados del siglo pasado... Lo cierto es que durante este mes vacacional quedo abandona y nadie se acuerda de mi, y no es que haya sido siempre así, han existido otros tiempos, otras épocas en que me convertía en centro de atención de la ciudad y en mi recinto se organizaban, además de funciones taurinas, espectáculos de todo tipo: boxeo, lucha libre, actuaciones musicales... eran otros tiempos.

Durante este mes de soledad y hastío he tenido tiempo para recordar algunos pasajes de mi historia relacionados con estas fechas vacacionales y mis recuerdos se han detenido en esos años en que, además de otros espectáculos, se organizaban una serie de novilladas económicas, como se llamaba entonces a los festejos sin picadores, que se distribuían a lo largo de todo el mes. Eran novilladas nocturnas, huyendo del sofocante calor que se desparrama por Zaragoza durante el día y aprovechando el frescor de las noches agosteñas. Entonces, que las vacaciones solo podían permitírselas las familias más acomodadas y todavía no se había generalizado la vuelta hacia los pueblos natales para pasar el verano, la gente acudía a mis tendidos con la ilusión de ver como se curtían en el ruedo, y ante erales más que serios, los futuros figuras del escalafón. Eran noches familiares, pues acudían a mis gradas padres e hijos, familias enteras, que normalmente no podían permitirse el lujo, por el precio de las entradas, de asistir a los festejos mayores. Venían con la cena en la fiambrera, la bota de vino y los refrescos hechos en casa. El griterío propio de los niños alegraban la noche con sus correrías y alborotos por mis dependencias... eran otros tiempos.


Pero también eran noches de ilusión para los aficionados que acudían a la plaza con la esperanza de descubrir a las nuevas promesas de la tauromaquia, analizando los detalles de torería que pudieran vislumbrar una futura figura, calibrando el valor y la reacción de los nuevos aspirantes a toreros ante las continuas volteretas y achuchones de los erales, valorando el juego del ganado y la situación de la ganadería de turno, generalmente aspirantes a lidiar su ganado en compromisos de mayor fuste. Y no era menos el interés y la ilusión que ponían los novilleros deseosos de aprovechar la oportunidad que se les brindaba y que, de ser satisfactoria su actuación, se vería recompensada con otra nueva oportunidad... eran otros tiempos.


Especialmente me viene a la memoria el año 1971, pues durante todos los fines de semana del mes de agosto se organizaron festejos de ese tipo. Pisaron mi ruedo chavales cargados de ilusión, de algunos aún recuerdo sus nombres: Manolo Montoya, Crisanto Burgos “El Santi”, que repitió y corto dos orejas, Jacinto Ramos y Gabriel Lalana, que volvieron a actuar al final del ciclo, José Antonio Campuzano, que cortó dos orejas el día de su presentación y volvió a ser anunciado para la siguiente novillada, con el tiempo llegaría a ser máxima figura del escalafón de matadores, Ángel González “El Taranto”, Enrique González “El Ballico”, un niño torero que presentaba la Peña Taurina de Tarazona y que posteriormente, cuando tomó la alternativa en mis dependencias, cambio su apodo por de “El Bayas” y obtuvo grandes triunfos, Eduardo Delgado que se apodaba “Juan Lucena”, Pepín Peña, Fernando Herrero y Emilio Vicente “El Elegante”, que escuchó los tres avisos y vio como su novillo era devuelto a los corrales. Como ustedes pueden adivinar... eran otros tiempos.


Se acabaron las vacaciones agosteñas y la actividad, poco a poco, vuelve a mis dependencias. Ya se habla de los carteles de la próxima Feria de El Pilar, y pronto, uno de estos días, se presentaran oficialmente en lo que antes era la enfermería y ahora se ha convertido en lo que pomposamente llaman “Aula Cultural de la Plaza de Toros”, vaya nombrecito que se han inventado. Los empleados encargados de mi limpieza y acondicionamiento empezaran a trabajar porque, como aperitivo a la feria, se anuncian un par de festejos sin picadores para mediados de este mes de septiembre y, como debe de ser, para los días grandes que se avecinan con la feria taurina, a primeros de octubre, debo estar en perfectas condiciones, ya que, además, se van a televisar todas las corridas y me van a poder ver en todo el mundo y yo, que soy coqueta por naturaleza, debo estar guapa y resplandeciente, vamos, como dice el refrán: “Limpia y recién planchá”.