“El toro no es un animal para nosotros; es muchísimo más: un símbolo, un tótem, una aspiración, una eucaristía con los de alrededor y los antepasados. Al toro lo pulimos, lo alimentamos, lo sacralizamos, lo picamos, lo banderilleamos, lo matamos, lo aplaudimos o pitamos tras su muerte, lo descuartizamos, nos lo comemos y lo poetizamos y lo pintamos y lo musicamos. Quítese el toro de aquí y veremos qué queda. ¿Nos reconoceríamos sin la pasión en su pro o en su contra?” Antonio Gala

lunes, 30 de junio de 2008

La coleta

Hace poco tiempo, apenas unos días, presenciando una corrida de toros en la plaza de una ciudad que no viene al caso nombrar, se situó en el ruedo, delante de la localidad que yo ocupaba, en espera de la salida de uno de los toros de su matador, el subalterno que porta la coleta que refleja la fotografía que ilustra esta entrada.

Me llamó la atención semejante coleta. Al contemplarla, lo primero que me vino a la cabeza fue preguntarme: ¿Cómo se sujetará la coleta este subalterno? Tres respuestas se ordenaron inmediatamente en mi mente:
a) La lleva pegada en la montera.
b) La llevará pegada a la cabeza.
c) Es natural, como la de los mandarines.

De las tres hipótesis, la primera me parece la más lógica. Es la más cómoda, si todos los toreros, salvo rarísimas y contadísimas excepciones, utilizan un postizo sujetado en el pelo, ¿qué más da que en vez de en el pelo se sujete en la montera? Lo de llevarla pegada el cuero cabelludo, además de engorrosa, es una solución sucia y complicada, porque entre en acción un elemento como el pegamento, al que hay de manejar con cuidado y respetando unos tiempos de secado, para no plingarse. Otra argumento que avala esta tesis es que el uso continuado de pegamento en el cuero cabelludo no puede ser bueno para la salud del mismo; y otra razón no menos importante que, aunque no es mala para la salud, si lo es para el bolsillo, porque el postizo, con tanto pegar y despegar, se deteriorara más rápidamente y habrá que sustituirlo con más frecuencia, con el consiguiente gasto. La más torera de las tres hipótesis, y la más llamativa, sería la tercera, llevar una coleta de pelo natural, como los toreros antiguos, aunque no creo que sea esta la solución adoptada, porque el patrón de cabeza rapada y coleta de pelo natural no creo que sea del gusto de los toreros. Por estas razones, entre otras, me inclino por la primera solución: coleta pegada a la montera.

En el último toro de la tarde estuve pendiente del tercio de banderillas, pues este subalterno, que iba como tercero de la cuadrilla de uno de los matadores actuantes, tenía que entrar en el segundo par. Mi deseo era que pusiera un gran par y que tuviera que desmonterarse para recoger la ovación del respetable, de esa forma, y por añadidura, podría cerciorarme de cual era la solución verdadera de este enigma. No pudo ser, entró al par que le correspondía, pero lo hizo de forma atropellada y sin tener en cuenta que en el anterior el toro había echado la cara arriba y, como era de prever, hizo lo mismo en este segundo. No prendió ningún garapullo, fue como si rebotaran, salieron volando cada uno por un lado distinto del costillar y, más que ovacionado, fue pitado…Y yo me quedé con las ganas de saber la solución del enigma de la coleta.

Nota:
Si alguno de ustedes, señores lectores de este Blog, ven una día cualquiera, en una plaza cualquiera, en una corrida cualquiera… un subalterno que se corresponda con el que muestran las imágenes contiguas y, por casualidad, lo ven desmonterado o desmonterarse, les agradecería que me lo comunicasen para salir de la duda.

viernes, 27 de junio de 2008

Parar, templar, mandar y... ¡¡¡gol!!!

Así, siguiendo las normas clásicas del arte de torear, consiguió ganar el partido, y clasificarse para la final de la Eurocopa, la Selección Española de fútbol en el día de ayer.

No es que sea este un espacio para hablar de fútbol, raras veces, y en situaciones muy puntuales, se hace. Esta es una ellas porque el juego desplegado por la Selección en el día de ayer, sobre todo en el segundo tiempo, se ajustó perfectamente al espíritu de las normas clásicas de torear que, como reza el titular de este artículo, no son otras que: parar, templar, mandar y… ¡¡¡gol!!!

Pero vayamos por partes y centrémonos en unos pocos detalles que, por su inspiración, belleza plástica y milimétrica precisión, no desmerecen de algunos de los momentos más sublimes de los grandes artistas del toreo. A destacar, en primer lugar y sobre todos, la secuencia del segundo gol: Ramos recoge un balón suelto en el pico derecho del área, mira y manda un pase templado a la corona del área, lugar en donde se encuentra el 10, Fábregas, que viendo llegar el balón, con toda la naturalidad del mundo, como si la cosa no fuese con él, adecua el pie de la forma precisa para mandar un pase inverosímil y perfecto al mismo punto de penalti, en donde aparece Güiza que, con más naturalidad incluso que su compañero, se recrea en la suerte, para el balón con la derecha, templa la salida del portero y le manda una suave vaselina que lo supera por arriba.

Así contado no pasa de ser la narración de un buen gol, como tantos que se producen en otros tantos campos de fútbol, pero visto en directo, en el campo o en la televisión, a tiempo real, es un golazo. La precisión de las líneas de los pases, la fugaz aparición del pie de Fábregas, cambiando la trayectoria del balón -cargando la suerte, como si de un trincherazo del Faraón de Camas se tratara- hacía la posición más inverosímil, vigilada y comprometida del área, cosa que causó perplejidad y sorpresa en los defensas rusos y permitió a Güiza, atento, como un depredador, a las vacilaciones del contrario, tener esa milésima de segundo para pensar delante de la cara del toro… -perdón, del portero quería decir- y mandar al fondo de las mallas el segundo gol de España. Fue el momento mágico del partido, el que lo rompió definitivamente, a partir de ese momento el toro… -perdón de nuevo-, los rusos se entregaron.

El tercero, con los contrarios ya entregados a la técnica, el arte y la torería de los españoles, fue otro golazo: Iniesta recibe un balón en la banda izquierda, a la altura de la medular del campo español, otea el horizonte y da un pase largo, al hueco, el balón corre la banda, llega con ventaja el 10, Fábregas, que la acompaña hasta el pico del área, con tranquilidad mira, observa la posición de sus compañeros y templa un pase medido al centro del área, por allí aparece Silva, que para la pelota con la derecha, se la acomoda y chuta con la izquierda. Fue como una estocada en todo lo alto, el partido se acabó en ese momento, aun quedaban más de quince minutos por jugar, pero la voluntad de los contrarios había sido quebrada por el juego, por la inspiración, por el arte, de los toreros… -que obsesión la mía-, de los jugadores españoles.

En el primer gol, Iniesta caracolea por el pico izquierdo del área y, cuando todo el mundo se esperaba un tiro a puerta, se para, mira y templa un pase al corazón del área que Xavi, entrando por el centro y adelantándose a los defensas, manda la pelota al fondo de la red. Quizás la belleza de este gol no sea la del segundo, maravillosa toda la secuencia, ni se acerque a la del tercero, pero sirvió para abrir el camino, para confirmar cual era el juego adecuado para derrotar a un fuerte y crecido enemigo, bravo y encastado, que se había venido arriba a lo largo del campeonato y se presentaba como un serio aspirante al título. Como a los toros poderosos hay que bajarles la mano para, primero, poderles y después torearlos con arte, con el equipo ruso había que seguir la misma táctica, bajar la pelota al piso y, utilizando los recursos de la técnica, vencer su superioridad física mediante juego corto, rápido, imaginativo, preciso y raso. Así se hizo y ahí esta el resultado, pudo haber más goles, por el buen juego, el dominio aplastante y las ocasiones perdidas... otra vez será. Suerte y que la inspiración, la precisión, el desparpajo, el arte y la torería de los jugadores españoles vuelvan a conjugarse en la final.

Como decía Pepe Luis, hay lances que se pintan en el aire, que son tan efímeros, de tan corta duración, que en cuanto termina su ejecución se empiezan a desdibujar, pero que te dejan el recuerdo de su belleza efímera para siempre. Eso ocurrió con el segundo gol de España. Si tienen la ocasión de verlo en algunas de las múltiples repeticiones que se harán de ese lance, fíjense, si no la recuerdan, en toda la secuencia, es como una tanda de muletazos ligados y rematados con el de pecho, las reglas eternas del toreo puestas al servicio del fútbol: parar, templar, mandar y… ¡¡¡gol!!!

miércoles, 25 de junio de 2008

Concurso de sartenazos

El auténtico concurso en la corrida de Barcelona fue el de sartenazos con la espada. Ni aun a propósito podríamos haber visto concurso tan bien surtido de tan infame manera de matar. A lo largo del festejo pudimos ver dos estocadas haciendo guardia, un metisaca en los bajos y varios bajonazos descarados. Más no podíamos pedir.

¿Y a que se debió tal profusión y variedad de sablazos?, se preguntaran ustedes. Pues a la forma de ejecutar la suerte por parte de los tres matadores, aunque se llevaron la palma Sánchez Vara, autor del metisaca infame en el quinto, y Javier Valverde, que firmó sus dos faenas con dos estocadas en los sótanos haciendo guardia. Si se ponen fuera cacho, apuntando a los bajos y pensando en salir de naja… pasa lo que tiene que pasar.

Para corroborar lo dicho, y aun a sabiendas de la baja calidad de las imágenes, les traigo el vídeo que ha publicado “LcbTV” en su contenedor de vídeos de YouTube. Para una información más detallada de la Corrida Concurso, enlazo con la crónica publicada en la Web de “La Cabaña Brava”-en donde también podrán ver los vídeos de la suerte de varas de los seis toros concursantes- bajo el titular: “¿Para qué se hace una corrida concurso en Barcelona?”.




Nota: Apuntar, puesto que no lo dice el cronista de "La Cabaña Brava", que todos los premios fueron declarados desiertos.

sábado, 21 de junio de 2008

Empieza la competencia

Ya hace casi 50 años, medio siglo que ha pasado como un suspiro, pero lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Fue el 27 de junio de 1959. ¡Qué gran día! Una vez más, yo, “La Misericordia”, volví a ser el centro del universo taurino, la plaza que estaba en todas las bocas, la que concitaba todas las miradas, la que centraba la atención de todos los aficionados del mundo. ¿Y por qué razón?, se preguntaran ustedes. Pues porque ese día comenzó, en mis dependencias, la competencia en los ruedos entre los cuñados más famosos de la historia del toreo; la que hizo correr ríos de tinta, antes y después de aquel encuentro, en la prensa taurina y las revistas de sociedad, como se denominaban entonces lo que hoy se conoce como prensa rosa o del corazón; la que originó la escritura de libros, tanto en nuestro país como en el extranjero; la que volvió a generar la polémica, ¡bendita polémica!, y la ilusión entre los aficionados; la que iluminó la cara de los empresarios que se frotaban las manos con el negocio que vislumbraban...

Pero… ¿Qué es lo que sucedió ese día?, se preguntaran ustedes, con la impaciencia característica de estos tiempos, por la largura de este preámbulo. No les falta razón, pero confió en que sabrán perdonar los rodeos de mi circunlocución, estoy tan sola durante tanto tiempo y, además, con la degradación de la Fiesta en esta época, añoró tanto los tiempos pasados que, cuando pongo en marcha la máquina de recordar, me pierdo por los recovecos la memoria y me dejo llevar por las sensaciones vividas, pero… vayamos al grano, porque su paciencia estará llegando al límite y no es cosa que después de llegar hasta aquí desistan de conocer el final de esta historia.

Como cada año, en la primera parte de la temporada, se anunció la tradicional Corrida de Beneficencia y, aunque todos los años se ofrecía un buen cartel, el de este era redondo, por la calidad y por la oportunidad, pues era el primero de la competencia que se estableció entre Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez esa temporada y que, de forma algo novelesca, llegó a denominarse “verano sangriento”. Como se pueden imaginar fue todo un acontecimiento en el planeta de los toros, una nueva competencia, como la de Joselito y Belmonte; unos recelaban y veían un montaje, un simple negocio; otros se creían trasportados a los días gloriosos de “la edad de oro del toreo”. La expectación, en los días anteriores a la corrida, era tremenda, y todos; famosos, artistas, políticos, mujeres, periodistas, escritores, aficionados y espectadores en general, querían acceder a mis tendidos para ser testigos del primer duelo en donde se jugaban el cetro del toreo dos cuñados que aspiraban al número uno, el consagrado hermano y el novel esposo de Carmina.

¡Sí…! Claro que voy a hablar de la corrida… aunque fue una pena que el juego del ganado desluciera tan esperado festejo y, como en tantas tardes de expectación, volviéramos a entonar esa popular misma que dice:
"Ya lo dijo Pepe Moros,
uno que trafica en cueros:
cuando hay toros no hay toreros,
cuando hay toreros no hay toros”.

Pues eso, a los toros de Arellano les faltó casta. Casta y sanidad. Muy flojos de manos, acusaron síntomas de glosopeda, pezuñas desprendidas, falta de poder añadida a la falta de bravura; garrochas en alto interrumpiendo el puyazo que el toro no resistía; mala costumbre de lidia moderna que hace posible el escaso toro moderno, porque el picador no debe retirar el palo, que para algo tiene el matador un capote de brega para quitar al toro del peligro del picador, quite a la inversa, y que si siempre me parece mal, esa tarde, con esos toreros, me pareció todavía peor.

Antonio Ordóñez toreó muy bien de capa su primer toro; con el capote torea como los ángeles y tiene elegancia, cosa que no tienen todos, aunque toreen bien, la elegancia es como la espuma del toreo. Con la muleta, a fuerza de buen toreo, le iba sacando al toro la pequeña dosis de bravura que tenía oculta. Muy buena faena, pero al matar se le fue la mano; esto de irse la mano se decía antes; ahora no se dice, porque ese suele ser el camino real de la mano, el de los bajos; cuando se les va la mano es cuando pinchan alto. Le dieron la oreja porque la faena la merecía y la estocada no cuenta. Su segundo toro se le metió por debajo al torear de capa y se le volvió a meter por debajo en la muleta; el toro le hizo unas cosas feas y Ordóñez abrevió; a cosas feas, estocada fea.

Luis Miguel se lució en su primero en un buen par al quiebro. Brindó el toro a Domingo Ortega, Antonio Márquez y Alfredo Corrochano, que estaban juntos en barrera, y poco más se puede destacar de su labor en este toro al que tuvo que cuidar para que no se derrumbara. En su segundo, un inválido al que se le cayeron las pezuñas enfermas de epizootia, nada pudo hacer, pues el toro llegó hecho un marmolillo a la muleta. Pero ahí no quedo la cosa, porque Luis Miguel, que tenía atragantada la oreja que le habían dado a Ordóñez antes que a él, y ante la invalidez y la enfermedad declarada de su segundo enemigo, solicitó lidiar el sobrero, que era de Samuel, y la corrida, que venía confusa y sin relieve, dio un giro que hizo que nos olvidáramos de los seis toros anteriores. Era uno toro peligroso, de eso que no derrotan en los remates sino en los comienzos del pase y cada arrancada era una sucesión de derrotes ligados. Pero dio con Luis Miguel que puso todo su saber, poder y querer en su lidia y no pudo desarrollar su mala condición, pero hasta que se murió, muy bien matado por cierto, hasta que le descabelló, no pudo el matador descuidarse un instante, porque el toro no descuidó sus derrotes a pesar de que el torero le hizo una faena para que los olvidara. El público, después de una tarde sin relieve, se entusiasmó y pidió los máximos trofeos, dos orejas y rabo.

Así, y aquí, comenzó esta competencia que tuvo continuidad en varias plazas durante ese verano del 59, en mi recuerdo queda como una de las grandes tardes que se han vivido en mis dependencias… Parece que fue ayer, pero ya han pasado casi cincuenta años… ¡Rediós, como pasa el tiempo!

miércoles, 18 de junio de 2008

El movimiento de los aficionados

Cuando hace un año comenzó su andadura el “Manifiesto de los Aficionados”, una idea estaba presente en todos los que apoyábamos esta iniciativa, conseguir movilizar y agrupar a los diferentes grupos de aficionados, desperdigados por la geografía taurina, que todavía seguían en el empeño de reivindicar una Fiesta digna, en torno a un ideario básico para la defensa de la integridad, autenticidad y justicia en la "Fiesta de los Toros".

No se trataba, en mi opinión, de crear una macro-organización de agrupaciones de aficionados ni nada por el estilo, hubiera sido demasiado complicado y poco efectivo, la idea era muchos más sencilla. Para defender reivindicaciones tan básicas como las propuestas tan solo hace falta el compromiso personal de hacerlo y, a partir de ese momento, defender ese ideario en el entorno de aficionados que cada uno frecuenta, concretarlo sobre el terreno, luchar por pequeños avances, hacer apología de lo bueno que ocurra, ser críticos ante las injusticias y el fraude y, para que todo ello tenga la máxima repercusión, unirse con otros grupos de aficionados con las mismas inquietudes, extender, como una mancha de aceite, el área de influencia de nuestras opiniones, ganar espacio en la plaza y fuera de ella. En definitiva, trabajar en cada sitio para que el espíritu del Manifiesto este presente y genere a su alrededor un apoyo cada vez mayor entre los aficionados.

Pero antes de seguir adelante es preciso calibrar cual es nuestra posición dentro del entramado actual de la fiesta de los toros. Es una realidad palpable que en estos momentos la afición esta atomizada, dispersa, diluida entre una masa aplastante de espectadores que son mayoría absoluta en los tendidos, sobre todo en los periodos feriales y, como el público sigue siendo soberano en la plaza, y los aficionados somos parte de ese público, tenemos la fiesta que tenemos, la que demanda la mayoría. También está muy claro de que lado están los medios de comunicación y nada, o muy poco, podemos esperar por su parte que tenga que ver con la regeneración de la fiesta, es más, son instrumentos de propaganda que utilizan los taurinos para defender sus intereses, al fin y al cabo no dejan de ser un negocio y lo que cuenta es el balance de resultados al final del ejercicio. Entre negociantes es fácil entenderse y, por eso mismo, no deja de ser curiosa la actual lista de ganaderos, muchos provienen del llamado “mundo de los negocios”, empresarios triunfadores en otros campos que han ido comprando ganaderías y han suplantando la figura clásica del ganadero de toros bravos, de su mano han llegado criterios muy distintos para la cría y venta del ganado. Como podemos fácilmente deducir, este cambio en las filas de los ganaderos tampoco va en la dirección que sería de desear para la recuperación de los diferentes encastes de la cabaña brava, ni la integridad del toro, ni el compromiso por una Fiesta auténtica. Aunque lo más preocupante de la situación actual es la actitud de los políticos que, en distintos grados, se ocupan de la Fiesta y en cuyas manos está la gestión y el control de la mayoría de las plazas de toros. Si esa actitud estuviera del lado de los postulados eternos, que no son otros que toros íntegros y toreros valientes, podríamos entrever una luz al final del camino y, como por lógica debería de ocurrir, estar aliados en ese viaje; pero, por desgracia, la mayoría de las actuaciones que siguen nuestros representantes públicos van en la dirección contraria, en vez de defender una Fiesta que forma parte de nuestra cultura y que, para asegurar su futuro, debería recobrar la pureza que la ha mantenido vigente durante siglos, se disfrazan de vulgares negociantes y subastan las plazas al mejor postor, con la nariz tapada, los ojos vendados, la mano tendida y sin importarles para nada las consecuencias de sus decisiones.

Ante esta situación ¿Qué podemos hacer un puñado de aficionados comprometidos con una idea de la "Fiesta de los Toros" que irremediablemente se está perdiendo? Poca cosa. Ojala tuviéramos la fuerza que, según cuentan las crónicas, tuvieron los aficionados en otras épocas, pero esto, hoy en día, no es así. Pero tampoco podemos quedarnos callados, resignados ante la catástrofe, de brazos cruzados o, simplemente, abandonar, como han hecho tantos y tantos aficionados que se fueron aburridos de la Fiesta. Los que todavía seguimos ilusionándonos, esperando, buscando y creyendo en la regeneración de la Fiesta de los Toros, por pocos que seamos, debemos alzar la voz, que se oigan nuestras razones, aún nos queda el arma de la palabra y esa no nos la pueden quitar.

Si hace poco más de un año, a la convocatoria de cuatro agrupaciones al “I Encuentro de Aficionados”, que tuvo lugar en Madrid, acudieron una veintena que se comprometieron con el ideario del “Manifiesto de los Aficionados por una Fiesta íntegra, auténtica y justa”, a lo largo del año trascurrido se han ido sumando numerosos apoyos, se han triplicado, y nuestras reivindicaciones están en boca de un mayor número de aficionados. Aunque sea pequeño, es un avance, es un paso más y por ese camino debemos proseguir. Para los más impacientes quizás sea poca cosa, pero si partimos de la situación de atomización en la que se encuentra la afición, cada vez más menguada, con menos peso en la plaza y, en muchos casos, dividida por pequeñas diferencias de concepto que poco tienen que ver con el fondo de la cuestión, conseguir que más de medio centenar de colectivos de aficionados se pongan de acuerdo en algo es un paso que merece la pena ser tenido en cuenta.

Hoy en día las reivindicaciones: "Nada tiene importancia si no hay toro. No al fraude" y “Por una Fiesta íntegra, auténtica y justa”, que resumen el ideario del Manifiesto, están presentes en muchas publicaciones impresas, Web’s y Blog’s de aficionados comprometidos con estas ideas y, en base a ellas, se articulan muchas de las informaciones y opiniones que se publican en nuestros modestos medios alternativos. En el “II Encuentro de Aficionados”, que tuvo lugar en Zaragoza durante el pasado mes de abril, se aprobó un “Decálogo de la Suerte de Varas”, como desarrollo y anexo del Manifiesto, que recoge nuestras ideas y propuestas para la regeneración de este tercio fundamental en el desarrollo de la lidia. De momento no podemos aspirar a mucho más, nuestros objetivos deben de ser, en la plaza y fuera de ella, generar debate, ofrecer información propia y aportar opiniones en base a nuestro ideario. Necesitamos ensanchar la base de los apoyos entre los aficionados, crear una corriente de opinión que cada día sea más fuerte, generar un movimiento que, desde los distintos puntos de la geografía del toro, y con las particularidades propias de cada uno, converjan en un mismo objetivo.

Para generar esa corriente de opinión, ese movimiento de los aficionados, es preciso hacer un trabajo, seguir un proceso. Es fundamental la labor de informar y opinar libremente, dar a conocer y defender nuestras razones y, para eso, contamos con las posibilidades que nos ofrecen los adelantos tecnológicos que, tanto en las publicaciones impresas, como en las digitales, nos han facilitado en gran medida este trabajo. Quiero centrarme, ante todo, en Internet, cada día más presente como medio de comunicación. Es un arma que ya utilizamos pero que debemos de reforzar todavía más. Estando presentes, como estamos, en muchos de los festejos que se dan a lo largo de la temporada, no podemos renunciar a ofrecer nuestra propia información y opinión sobre lo que vemos. Ya se hace, pero necesitamos más. Las fotografías, que desde hace tiempo cumplen una función destacada en la información digital, siguen siendo útiles, necesarias y nunca serán bastantes. Pero hay un elemento, el vídeo que -con la aparición de YouTube y similares, más las prestaciones de las nuevas grabadoras, la facilidad para la edición de las películas y el ADSL- ha cobrado gran protagonismo y se ha convertido en un instrumento de comunicación indispensable, en un arma de gran valor que debemos de potenciar. La utilización de todos estos recursos nos permiten mantener un frente de información y opinión alternativa en la Red, casi de tú a tú, con los medios oficiales, cosa que no es posible mantener con los medios impresos.

Es preciso utilizar todos los recursos, todos los medios de los que disponemos, buscar otros, imaginar nuevos cauces para remar a favor de nuestro ideario, para ensanchar nuestra zona de influencia. En cada sitio, con las particularidades propias del mismo, debemos trabajar por una misma idea de fondo, la integridad de la Fiesta, todos lo pasos que demos en esa dirección serán buenos, pero no creo que sea apropiado hacer una relación de actividades, slogan's o medidas de obligado cumplimiento, por todos y cada uno, en todos los lugares, es preferible intentar orientar el curso que la Fiesta sigue en cada plaza hacia nuestros postulados y ajustar las reivindicaciones a cada caso concreto. El trabajo particular de cada colectivo de aficionados en su zona de influencia, tanto en la plaza como fuera de ella; el agrandamiento de su base de apoyos; las conquistas, por pequeñas que sean, que se puedan lograr en cada sitio; la utilización de los resquicios que nos dejen abiertos; en definitiva, todo lo que hagamos por la regeneración de la "Fiesta de los Toros" será lo que dará fuerza a nuestras palabras, lo que consolidara nuestra postura, lo que irá generando esa corriente de opinión, ese movimiento de los aficionados "por una Fiesta íntegra, auténtica y justa".

martes, 17 de junio de 2008

Las reglas del toreo según “Desperdicios”


1- El cobarde no es hombre y para el toreo se necesitan hombres.


2- Más cogidas da el miedo que los toros.

3- La honra del matador se encuentra en no huir ni correr jamás delante de los toros teniendo muleta y espada en las manos.

4- El espada no debe nunca saltar la barrera después de presentarse el toro, porque esto es ya caso vergonzoso.

5- Arrimarse bien y esperar tranquilamente la cabezada, que el toro ciega al embestir y con un nada se evita el derrote.

6- El torero no debe contar con sus pies, sino con sus manos, y en la cara de los toros debe matar o morir antes que volver la espalda o achicarse.

7- Parar los pies y dejarse coger: éste es el modo en que los toros se asientan y se descubren para matarlos.

8- Más se hace en la plaza con una arroba de valor y una libra de inteligencia que al revés.


Nota: Manuel Domínguez Desperdicios nació en Gelves, Sevilla, el 27 de febrero de 1816. Comenzó su aprendizaje en el matadero de Sevilla y fue alumno de la Escuela de Tauromaquia. En 1835, actuando de media espada, tuvo un enfrentamiento con Juan León que le perjudicó en su incipiente carrera taurina, este incidente motivó su marcha a Montevideo. Después de 16 años, en 1852, regresa a España y reanuda su antigua profesión. Toma la alternativa, en Madrid, el 10 de octubre de 1953, en donde Julián Casas El Salamanquino le cedió el toro Balleno, de don Vicente Martínez, completando la terna Cayetano Sanz y Lavi. Su carrera se vio truncada el 1 de junio de 1857, cuando toreaba, alternando con El Tato, en la plaza de El Puerto de Santa María, Cádiz, en donde el toro Barrabás, de la ganadería de Concha y Sierra, le dio una cornada que le vació el ojo derecho. El globo ocular le quedó colgando fuera de la órbita, pero él entró por su pie a la enfermería, tapándose la cuenca del ojo con un pañuelo. Se dice, y de ahí su apodo, que al entrar a la enfermería les dijo a los doctores: “Esto no son más que desperdicios”. A los tres meses estaba repuesto y reapareció, tuerto, en Málaga, para la ocasión exigió que el ganado fuera de Concha y Sierra, obtuvo un clamoroso éxito, pero su carrera ya no remontaría el vuelo. Siguió toreando pero cada vez eran menos los contratos y, aunque nunca anunció su retirada oficial de los ruedos, dejó de torear cuando no tuvo ninguno compromiso que cumplir. Falleció en Sevilla el 6 de abril de 1886.

martes, 10 de junio de 2008

Mala Suerte

Desde mi Andanada de “La Misericordia”, situada sobre la puerta de chiqueros, suelo contemplar la suerte de varas a lo lejos, justo enfrente, al otro lado de la plaza, pero en la novillada del pasado domingo, aperreados por un novillo bravucón al que no supieron meter mano ni novillero ni subalternos, vinieron justamente hasta debajo de mi posición y pude ver, en primer plano, la brutal forma de ejecutar la suerte.

El novillo era el 4º de la tarde, "Cupletisto", de la ganadería de "Yerbabuena", con buena presencia, nacido en noviembre de 2004 y con 519 Kgrs. Era un torito que desde saltó al ruedo sembró el desconcierto. En ningún momento pudieron con él, ni Dámaso González -decían que con una cincuentena de novilladas a sus espaldas-, ni Javier Palomeque, el encargado de su lidia, en todo momento fue donde quiso e impuso su ley. En cuanto vio al caballo colocado en su posición habitual, el tendido 4, se arrancó por su cuenta y el picador, Ricardo Romero, cogido por sorpresa, marró en el intento y casi es descabalgado por el empuje de la embestida, salió suelto y casi arrolla a un monosabio. Cuando, después de larga porfía, consiguieron acercarlo de nuevo al caballo, se arrancó otra vez, por iniciativa propia, violentamente y empujó con fuerza, metiendo los riñones, desplazando a caballo y caballero bastantes metros, hasta los dominios del tendido 3, cuarenta segundos de fiera pelea. Salió suelto y, a sus anchas, se instaló cerca de los terrenos de chiqueros sin que hubiera nadie en el ruedo que pusiera orden. Como no podían llevar el novillo hasta el caballo, trasladaron el caballo hasta el novillo, justamente, hasta la vertical de mi posición en la plaza. Volvió a la carga y otra vez estuvo a punto de descabalgar al montado, que marró de nuevo. Aun entró una cuarta vez y fue la definitiva. El picador lo cogió bien cogido y bien trasero, lo enredó en las redes de la carioca y empezó su demolición, metiendo, barrenando, sacando, metiendo, barrenando, sacando, metiendo, barrenando, sacando, metiendo, barrenando, sacando… Cuando levantó el palo... el toro estaba listo.

Todo esto puede verse en el vídeo, realizado por “La Cabaña Brava”, que acompaña esta entrada.



Para más y mejor información de la novillada, enlazo con la Crónica de Corrochanito. El vídeo está alojado en el contenedor en YouTube de la Asociación, “La Cabaña BraVa de Toros”. La foto es de Josemi.

martes, 3 de junio de 2008

¡¡¡Vaya par de novillos!!!


Una máxima eterna de la tauromaquia volvió a cumplirse el pasado domingo, por desgracia, en la novillada de Zaragoza. “Cuando hay toros, no hay toreros”, sentencia el dicho y, una vez más, así fue. Saltaron al ruedo dos novillos, en 5º, Olivero, y 6º lugar, Caralegre, para emborracharse toreando, para olvidarse de la técnica y dar rienda suelta a la inspiración, dos novillos que, por su presencia, bravura y bondad, eran ideales para practicar el toreo puro, el que emociona y encoge los corazones, el que conecta con público y aficionados y los trasporta a ese estadio de belleza tan anhelado… No fue así porque ocurrió lo que casi siempre ocurre. Los aficionados, y el público en general, fueron impacientándose al observar como, una vez más, se iban al traste las ilusiones concebidas. La materia prima, de primera calidad, estaba en el ruedo, pero los encargados de moldear la obra no sabían trabajar con ese material.

La novillada de la Ganadería de Rehuelga estuvo correctamente presentada, y utilizo este adjetivo para reivindicar que la normalidad debería ser eso, novillos en tipo y astifinos. Los seis cumplieron con esta condición. En cuanto a presencia; unos fueron espectaculares, sobre todo el 5º, y en menor medida el 6º, como nos muestran las fotografías de Josemi; otros bonitos, como el 2º y el 3º; y correctos el 1º y el 4º. En conjunto, fue una novillada igualada y acorde con lo esperado que desarrolló un comportamiento variado y más que interesante. Baste decir, para subrayar este comentario, y no es poca cosa hoy en día, que la función se hizo corta, a mi me lo pareció y lo pude corroborar, a la salida, con la opinión de otros aficionados.

Quizás fuera una coincidencia, pero lo cierto es que los dos novillos de más trapío resultaron los de comportamiento más interesante. Ambos fueron bravos en el caballo. El 5º recibió una primera vara interminable, se enceló en el caballo y tardaron mucho en sacarlo del peto, acudió una segunda vez y cumplió. En la muleta fue superior, sobre todo por el pitón izquierdo, como había dejado adivinar en banderillas. Fernando Tendero, el novillero al que le había tocado en suerte, tardó en enterarse de esta condición, después de un par de tandas atribuladas con la derecha y unos cuantos enganchones, cambio a la mano izquierda y con ello también cambio el curso de la faena. ¿Para bien o para mal? Depende del color del cristal con que se mire. El novillo, al natural, metía la cara con clase y tenía varias series de las buenas, para torear de verdad, para dominar y obligar, para dejarle puesta la muleta y ligar los pases, cuatro, cinco, seis… los que fueran, los que el saber y el poder del aspirante hicieran posibles, porque el novillo tenía cuerda y, además, era tan clara la condición, tanta la bondad del novillo… que hasta el público se percató… y eso es lo malo en estos casos. Todo se quedó en una serie de tandas, más o menos ligadas que incluso, hacia el final de la faena, fueron musicadas. Una estocada baja acabó con Olivero, que en el arrastre fue ovacionado, y con la ilusión de los aficionados, pero aún quedaba uno y la esperanza, en los toros, es lo último que se pierde.

Y, por fortuna, así ocurrió. El 6º, medio punto por debajo en trapío que el anterior, quizás porque era seis meses más joven, ofreció un comportamiento mejor en el caballo, podríamos poner medio punto por encima, tomando una primera vara larga, metiendo la cara y empujando con los riñones, en la que sacó a caballo y jinete más allá de las líneas blancas, hasta el tercio, y sin dejar de empujar lo volvió a llevar hasta su sitio, entró a una segunda vara en la que cumplió con creces. En banderillas se vino arriba, y con él los de turno, sobre todo Bernardo del Valle "Vallito", que se cuadró, citó, dejo venir al novillo, lo cuarteó con elegancia, prendió en todo lo alto y salió del encuentro airoso y garbosamente. Se desmonteró, gustándose y cargando la suerte en el saludo, junto con Alfonso Carrasco que, aún por debajo de su compañero, también lo hizo bien. En la muleta el novillo aún fue mejor que el anterior, embistiendo con claridad y largura por los dos pitones, pero el novillero al que le cayó en suerte, o en desgracia, Diego Lleonart, le arruinó la tarde a él y a todos los presentes. Si Tendero había compuesto, más o menos, una faena que le valió algunas ovaciones, petición y una vuelta al ruedo; Lleonart no se enteró, o lo que es todavía peor, no supo. Dio pases y más pases sin sentido, despegado y fuera cacho, más obligado por las nobles embestidas del propio novillo que por su planteamiento de faena. El público veía como, por segunda vez en una misma tarde, el excelente novillo que cerraba la tarde se iba al desolladero sin torear. ¡Maldito toreo moderno! Con la espada pegó un mitin. Dio una vuelta al ruedo pegando sablazos, hasta cinco, y descabellos, hasta que el novillo, aburrido, fue a morir a los medios, y con la boca cerrada.

Este mismo diestro tuvo la suerte de cara, o de espaldas, según se mire, porque el primero de su lote, el 3º, salvo el defecto de embestir con la cara alta, fue noble hasta decir basta. Tampoco lo aprovechó. De haber estado a la altura de sus dos novillos podía haber conseguido un triunfo grande, lo tuvo en la mano. Lo que consiguió fue mostrar sus carencias y hacer realidad otra vieja máxima de la tauromaquia, “los buenos toros descubren a los malos toreros”, así fue, una vez más se cumplió el dicho.

El 2º, bonito, encastado, con nervio, creo más problemas que sus hermanos, aunque si hubiese recibido una lidia más ordenada podría haber sido distinto su comportamiento posterior. Desde que saltó al ruedo estuvo campando por sus respetos; no hubo forma de fijarlo, antes de la primera vara recibió un montón de mantazos, a cual peor; acudió por libre al montado de turno y tomó dos varas por su cuenta; en banderillas, más de lo mismo, carreras y descontrol. En total… llegó a la muleta enterándose y mirón, los apuros en los que puso a Tendero vinieron más por quedarse el novillero descubierto y descolocado después de cada pase que por la peligrosidad del novillo, necesitaba dominio y mando y se encontró con pases sueltos y deslavazados. ¡Maldito toreo moderno!

Alberto Lamelas tuvo peor suerte con su lote, el 1º fue el más complicado, miraba y cortaba el viaje por los dos lados, se despistaba con cualquier movimiento en el callejón, amenazaba con la cornada pero no la tiraba... quizás tuviera un problema en la vista. El novillero pudo equivocarse al comenzar la faena con un pase cambiado en el que el novillo lo vio y casi lo arrolla, se libró por los pelos, a partir de ese momento el utrero se descompuso del todo y el novillero también. El 4º, que de por sí era el de menor presencia del encierro y, además, dejó entrever algún atisbo de mansedumbre, fue masacrado en el caballo, y no es que el picador se ensañara con él, fue limpiamente, cuando el novillo acudía, con alegría, a su primera vara, recibió un lanzazo tremendo en el costado que lo derribó fulminantemente. El novillo se repuso de la agresión pero quedó inválido para la lidia. Lamelas se lució en un quite que fue aplaudido, dos verónicas y la media, en el de la jotica.

Al salir de la plaza, desencanto y alegría. Desencanto al comprobar que las máximas eternas de la tauromaquia se siguen cumpliendo y que la excepción que las confirma no hubiera tenido lugar, esa tarde, en Zaragoza. Que le vamos a hacer, otra vez será, pero no por eso no voy a dejar de maldecir el toreo moderno, el que obnubila las mentes de los toreros y les cierra los ojos ante los toros buenos. Es un cáncer, tanto o más grande, que la manipulación fraudulenta del ganado. Alegría de haber presenciado una novillada bien presentada, astifina, encastada, brava, que dio juego, ofreció posibilidades de triunfo y desenmascaró las carencias de los novilleros. Pero, sobre todo, porque me deja el recuerdo de dos novillos sensacionales, Olivero y Caralegre, de la Ganadería de Rehuelga, que se fueron sin torear. ¡¡¡Vaya par de novillos!!!

Nota: Para los que estén interesados, en la página Web de "La Cabaña Brava" están alojados los "Vídeos de los novillos Olivero y Caralegre", a los que se hace referencia en la presente entrada.